Caso de Nutrición y cuidado

 La escuela XYZ tiene un programa de educación para la salud que busca promover el cuidado del cuerpo y la prevención de enfermedades en los estudiantes. El programa se basa en la enseñanza de hábitos saludables, como la alimentación, la actividad física, el sueño, la higiene y el autocuidado. Sin embargo, el programa enfrenta varios problemas que dificultan su implementación y sus resultados. Algunos de estos problemas son:

 

    • La falta de conciencia y compromiso de los estudiantes con el cuidado de su cuerpo y su salud, que se refleja en el consumo de alimentos poco nutritivos, el sedentarismo, el descanso insuficiente, la falta de higiene y el riesgo de contagio de enfermedades.
    • La falta de conocimiento y capacitación de los profesores sobre la educación para la salud, que impide abordar los contenidos de forma adecuada y transversal en las diferentes áreas del currículo.
    • La falta de recursos materiales y espacios adecuados para realizar actividades de educación para la salud, que limita las posibilidades de ofrecer experiencias significativas y prácticas para los estudiantes.
    • La falta de coordinación entre la escuela y las familias y la comunidad, que genera contradicciones e inconsistencias en los mensajes y las acciones sobre el cuidado del cuerpo y la salud.
    • La falta de un seguimiento y una evaluación del programa de educación para la salud, que impide conocer el impacto y los resultados del mismo en los estudiantes.
    • 5 hábitos para promover el bienestar de los estudiantes en el aula

      1. Pregúntales ¿Cómo se sienten?

      Podrá sonar muy simple, pero si al inicio de cada clase lo incluyes como parte de tu rutina preguntar a tus estudiantes cómo se sienten, notarás que poco a poco se familiarizan con expresar su sentir; y con ello, lo que les gusta, sienten o les molesta.

      1. En calma, relajación, serenidad;

      2. Cansado, desanimado, con flojera;

      3. Con nerviosismo, enojo, frustración o miedo;

      4. Con alegría, emoción y entusiasmo.

      Después de hacer este sencillo sondeo contarás con información relevante sobre el estado de ánimo del grupo, tendrás la oportunidad de preguntarles la razón de sus emociones, y descubrirás si la situación es por un buen día o mal día, o tiene que ver con algo repetitivo que puede afectar el desarrollo de tu clase. Por ejemplo: que lleguen con hambre, el horario de clase o que tengan una clase antes que la tuya que les deja agotados. Lo importante es tener información que te permita emprender acciones para mejorar el estado de ánimo del grupo para tu clase, y sobre todo que tus estudiantes perciban que te interesa realmente saber cómo se sienten y hacer algo al respecto.

      2. Muéstrales que te interesa conocerlos

      Desde los primeros días de clase invierte un tiempo para hacerles saber que te interesa conocerlos. No esperes todo el semestre para descubrir quienes son y qué les importa, ya que esto puede ser fundamental para detonar el compromiso de tus estudiantes con tu clase. Pregúntales cómo les gustaría que te dirijas hacia cada uno de ellos, identifica quienes son foráneos, de que carreras son, e incluso, cuándo es su cumpleaños. Conocer esta sencilla información te permitirá entablar una relación más cercana con ellos, fortaleciendo su vínculo con el grupo. Me gusta dedicar un momento de cada clase para felicitar a los cumpleañeros de la semana, lo que les hace saber que estoy al tanto de quienes son y que esto es importante para mí.

      3. Considera sus necesidades

      Un error en el que solemos caer es creer que los estudiantes son quienes deben adaptarse a nuestros tiempos y nuestras agendas de forma exclusiva, cayendo en un grado de incomprensión de sus necesidades y posibilidades. Recordemos que los estudiantes no tienen únicamente nuestra clase, por lo que debemos respetar sus propios procesos de distribución de tiempo y agenda de actividades. Para este punto, te sugiero que tu curso esté lo más estructurado posible desde el inicio del semestre, que plantees las reglas de forma clara y que tus estudiantes sepan qué actividades realizarán en el periodo y cuando son las fechas de entrega. En mi caso, no es raro que haya estudiantes que adelanten tareas o evidencias en las primeras semanas del semestre, buscando prevenir aquellos momentos en que se les carga el trabajo en otros cursos. Con este tipo de acciones, tus estudiantes podrán adaptar sus entregables a sus tiempos, respetando límites, pero pudiendo programarse según sus necesidades.

      4. Promueve que se conozcan entre los compañeros

      Si algo nos ha quitado la pandemia, es la oportunidad del contacto humano. Recordemos que las instituciones educativas son espacios de aprendizaje y también son entornos de socialización, por lo que es muy importante que, dentro de una visión integral, promovamos que los estudiantes se relacionen, platiquen, interactúen y construyan redes sociales. Una práctica que llevo a cabo en mis grupos es que al inicio de la clase dos personas se pregunten algo sobre sus hobbies, gustos o intereses, así como promover que los primeros minutos de los trabajos colaborativos, se dediquen a conocerse un poco. Una competencia relevante para todo profesionista es poder entablar relaciones sociales saludables, por lo que nuestras aulas pueden ser espacios idóneos para desarrollar estas habilidades.

      5. Retro, retro, retro

      Una parte fundamental de toda clase son los momentos de retroalimentación que tenemos con nuestros estudiantes, sin embargo, debemos promover que estos espacios de diálogo no sean únicamente para dar información sobre un entregable o una tarea, sino que también, sean parte de un entorno de charla e interacción entre nosotros como profesores y nuestros alumnos. No es extraño que los estudiantes sientan confianza con algunos profesores para preguntarles cosas sobre su futuro o platicarles algo que les está pasando, exponiendo la necesidad que a veces tienen de expresar cómo se sienten y hablar con alguien con quien sienten seguridad. Es importante señalar que con esta práctica no pretendo promover que nos metamos en la vida de nuestros estudiantes y sus problemas, sino más bien, que tengamos apertura de escuchar lo que tienen que decirnos y si es necesario derivarlos con alguien que pueda ayudarles en sus necesidades. Personalmente mis estudiantes saben que pueden pedirme asesorías cuando ellos gusten, las cuales pueden ser sobre la clase o para platicarme lo que quieran. De esta práctica he podido apoyar a estudiantes derivándolos con especialistas del área de bienestar y consejería para temas de orientación vocacional, situaciones de violencia de género y atención emocional.



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